La expresión máxima de dicha dualidad entre materia y espíritu, cuerpo y alma, etc., surgió en la Modernidad , donde se separaron las aguas y se dejó de ver y respetar la totalidad. Se redujo al hombre al paradigma mecanicista de las Ciencias Naturales y se lo buscó entender con los mismos parámetros de la física o la química, desnaturalizándolo y frágmentandolo al extremo.
Por otro lado, la ciencia y la técnica se colocó en el lugar de Dios de la edad Media, se “sacralizó” y se confió de que iba a proveer de todas aquellas soluciones que garantizaran el progreso y el bienestar de la humanidad.
Dichas soluciones nunca llegaron, ya que junto con un mayor grado de desarrollo y calidad de vida también advino un mayor grado de desigualdad económica y social, ideologías que llevaron a guerras y crímenes de todo tipo, concentración del poder en manos de pocos, hambrunas, graves problemas de contaminación ambiental, de agotamiento de recursos naturales, enfermedades psíquicas y niveles de stress, etc.
El paradigma del hombre egoísta fue acuñado en este contexto, porque fue el predominio de la conciencia basada en el ego, por tanto, en el miedo y en los instintos y necesidades primarias lo que fundamentó el establecimiento de la sociedad de esos tiempos. La conciencia de la dominación del más fuerte sobre el más débil, del apoderamiento de los recursos por los capitales, el mercado como regulador omnisciente de los destinos de la humanidad. El ser humano expuesto a este paradigma ha hecho creer que era tal su auténtica naturaleza.
Exponer este estado de cosas no tiene por objeto realizar una crítica moralista de la situación que ha vivido la humanidad en los últimos siglos. En realidad, podemos decir que ha sido la dualidad llegando a su máxima expresión. El hombre llegando lo más posible al alejamiento de su verdadera naturaleza, a la densificación y a niveles de conflicto y disociación máximos. Y esto era necesario, tenía que suceder.
Pero este modelo es el que está llegando hoy a su fin y esto es así porque todo tiene sus ciclos. El verdadero tiempo es cíclico y el tiempo de la dualidad ya está entrando en su inexorable ocaso.
Estamos a punto de realizar un gran salto cualitativo como especie, se trata de un cambio en el nivel de conciencia.
La dualidad ya ha sido experimentada plenamente y se hace natural el regreso a la Unidad.
Esto va a suponer una tranformación radical en las próximas décadas en el modo de relacionarnos con nosotros mismos, los demas, dando origen a las nuevas formas de organización social.
Ya algunas personas, grupos, han comenzado a vivir en esta nueva realidad, a través de generar nuevas formas de vida en el respeto por las leyes naturales y en equilibrio y armonía reciprocos.
A nivel espiritual el fenómeno ha sido llamado como el “despertar”, la conciencia de nuestra instrínseca naturaleza humana, amorosa y social y nuestro lugar dentro del Todo lo que es.
Estamos pasando progresivamente de la dualidad de la 3ra dimensión material, a la 4ta dimensión en la que comenzamos a vivir el verdadero tiempo no lineal, y comenzamos a volver a conectar con nuestra esencia y capacidades dormidas, a movernos dentro de la sincronicidad, a fluir desde el corazón en todas nuestras actividades, cambiando nuestras perspectivas y modos de entender y percibir nuestras vidas.
si por algo nos prohibieron comer del conocimiento por que cada vez nos alejaríamos más de la escencia, ahora a componer los platos rotos y no romper más. Bien, me gustó tu escrito.
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