sábado, 17 de diciembre de 2011

Amor Incondicional- Nueva Era

Qué significa el amor incondicional?


El amor incondicional es el amor benevolente, por oposición al amor carente o apego, que no está comandado por el corazón y el yo superior sino por el centro o chakra emocional y los niveles inferiores.
Es el amor puro y pleno, que da sin esperar nada porque está lleno de sí y se comparte hacia fuera, se derrocha a sí mismo en su propia abundancia.
Es el amor propio de Dios hacia todos los seres, es el amor Crístico, que personificó Jesús hacia toda la humanidad. No es una utopía para el hombre, o el pocos hombres místicos o religiosos, sino que constituye nuestro propio destino. Justamente es lo que va a marcar este pasaje o cambio radical de la nueva Era.
Justamente esta fue la misión de Jesús, con su vida y obra personificó al hombre evolucionado o iluminado dando origen a una nueva humanidad que tenía que nacer. Pasaron 2000 años y es ahora que se dan los tiempos para que esa frecuencia, esa vibración del amor incondicional comience a brotar en nuestros corazones, mientras va cayendo la ilusion de la polaridad y mientras pasamos por períodos de purificación de todas las energías más densas que yacían en nuestros cuerpos  y mentes.
La segunda venida de Cristo no es otra que la propia humanidad encarnando la energía crística. Jesús vino a mostrar su camino, a ser nuestro ejemplo, pero no dependemos externamente de él, de la aparición de su persona para que así, desde afuera se de la salvación. Nosotros somos los que hemos de “salvarnos”, de reconciliarnos con nuestra naturaleza fundamental, asumiendo desde adentro el mensaje de Cristo, su gran mandamiento, que se resume en el amor incondicional hacia uno mismo y los demás.

Esto es lo que va a marcar un nuevo comienzo…el Cielo en la Tierra, donde nosotros vamos a volver a traer a jesús, a vivir desde sus valores: la generosidad, la benevolencia, la igualdad, la cooperación armónica entre todos y en respeto máximo hacia nuestro planeta.

Visión Dualista del ser humano- Regreso a la Unidad

La expresión máxima de dicha dualidad entre materia y espíritu, cuerpo y alma, etc., surgió en la Modernidad, donde se separaron las aguas y se dejó de ver y respetar la totalidad. Se redujo al hombre al paradigma mecanicista de las Ciencias Naturales y se lo buscó entender con los mismos parámetros de la física o la química, desnaturalizándolo y frágmentandolo al extremo.
Por otro lado, la ciencia y la técnica se colocó en el lugar de Dios de la edad Media, se “sacralizó” y se confió de que iba a proveer de todas aquellas soluciones que garantizaran el progreso y el bienestar de la humanidad.
Dichas soluciones nunca llegaron, ya que junto con un mayor grado de desarrollo y calidad de vida también advino un mayor grado de desigualdad económica y social, ideologías que llevaron a guerras y crímenes de todo tipo, concentración del poder en manos de pocos, hambrunas, graves problemas de contaminación ambiental, de agotamiento de recursos naturales, enfermedades psíquicas y niveles de stress, etc.
El paradigma del hombre egoísta fue acuñado en este contexto, porque fue el predominio de la conciencia basada en el ego, por tanto, en el miedo y en los instintos y necesidades primarias lo que fundamentó el establecimiento de la sociedad de esos tiempos. La conciencia de la dominación del más fuerte sobre el más débil, del apoderamiento de los recursos por los capitales, el mercado como regulador omnisciente de los destinos de la humanidad. El ser humano expuesto a este paradigma ha hecho creer que era tal su auténtica naturaleza.
Exponer este estado de cosas no tiene por objeto realizar una crítica moralista de la situación que ha vivido la humanidad en los últimos siglos. En realidad, podemos decir que ha sido la dualidad llegando a su máxima expresión. El hombre llegando lo más posible al alejamiento de su verdadera naturaleza, a la densificación y a niveles de conflicto y disociación máximos. Y esto era necesario, tenía que suceder.
Pero este modelo es el que está llegando hoy a su fin y esto es así porque todo tiene sus ciclos. El verdadero tiempo es cíclico y el tiempo de la dualidad ya está entrando en su  inexorable ocaso.

Estamos a punto de realizar un gran salto cualitativo como especie, se trata de un cambio en el nivel de conciencia.
La dualidad ya ha sido experimentada plenamente y se hace natural el regreso a la Unidad.
Esto va a suponer una tranformación radical en las próximas décadas en el modo de relacionarnos con nosotros mismos, los demas, dando origen a las nuevas formas de organización social.
Ya algunas personas, grupos, han comenzado a vivir en esta nueva realidad, a través de generar nuevas formas de vida en el respeto por las leyes naturales y en equilibrio y armonía reciprocos.
A nivel espiritual el fenómeno ha sido llamado como el “despertar”, la conciencia de nuestra instrínseca naturaleza humana, amorosa y social y nuestro lugar dentro del Todo lo que es.
Estamos pasando progresivamente de la dualidad de la 3ra dimensión material, a la 4ta dimensión en la que comenzamos a vivir el verdadero tiempo no lineal, y comenzamos a volver a conectar con nuestra esencia y capacidades dormidas, a movernos dentro de la sincronicidad, a fluir desde el corazón en todas nuestras actividades, cambiando nuestras perspectivas y modos de entender y percibir nuestras vidas.


Sobre la Naturaleza del hombre


El hombre es un ser complejo. Es un  entramado de múltiples energías en interacción que pueden sufrir bloqueos e interferencias recíprocas, provocando toda suerte de desarmonías internas y externas. El hombre reúne en sí todas las dimensiones de la creación, es un microcosmos y en sí resume el reino mineral, vegetal, el animal, además del propiamente humano y espiritual. Está en un constante proceso de evolución.
 Los tres primeros chakras o niveles de conciencia lo vinculan al mundo material y animal, tanto a nivel instintivo como emocional: instintos de supervivencia, de defensa personal, de reproducción, de poder y dominio sobre el ambiente, de unión hacia los otros tanto a nivel sexual y social, relación con el dinero, el poder y la voluntad y la autoafirmación o ego, junto con la posibilidad de experimentar el mundo emocional. 
En estos niveles el hombre experimenta distintas lecciones necesarias que hacen a esta realidad material.
La gran mayoría de toda la humanidad se ha debatido y ha jugado en los campos de batalla de estos tres primeros chakras.
El ser humano es propiamente “humano” a partir del 4to chakra hacia arriba.
Si bien también ha desarrollado ampliamente el 5to chakra ligado a lo intelectual, con sus sorprendentes desarrollos científicos y tecnológicos, lo ha hecho en forma desequilibrada, desconectando con los chakras del amor, de la mente superior y la espiritualidad. De este modo dicho desarrollo ha sido desalineado de los aspectos superiores de su naturaleza,  y por tanto desconociendo la relación esencial con la naturaleza y los otros seres humanos.

Naturaleza amorosa del hombre y dificultades para Amar


Si decimos que somos parte de Dios, y si Dios es Amor, podemos concluir que nuestra naturaleza es amorosa, el núcleo de nuestra alma es amor. Pero si al mismo tiempo decimos que al venir a experimentar, a ex- sistir en esta realidad, se produce una suerte de olvido, de ignorancia y de desconexión, ya no experimentamos la Unidad del amor, sino que entramos a jugar en las coordenadas de la Dualidad…a esto se refiere “el árbol del bien y el mal”. Aquí todo se reparte en una incesante sucesión de opuestos, todo todo “es” y “no-es” permanentemente. Aparentemente todo está en pugna, todo se debate entre fuerzas contradictorias, todo es conflicto. Nada se puede concebir sino a partir de la contraposición con su opuesto. Y es en este contexto donde tiene lugar los avatares de nuestro ser y hacer en el mundo. Y esto también al interno del hombre, ya que el alma se densifica en diferentes niveles de manifestación, de conciencia entre los cuales también pueden originarse bloqueos, conflictos en el interjuego con el contexto.
Es así donde surge el ego, la personalidad que por un lado es la manifestación del ser en el mundo a través de determinado patrón o estructura de ser, de actuar que le permite su individuación. Pero ese ego se puede desalinear del espíritu, es decir, puede quedar sujeto a instintos y emociones más primarias que provocan el desbalance y desfasaje con las motivaciones más profundas de su alma. Y así el hombre traiciona su esencia y entre otras consecuencias, se enferma.

Que le impide al hombre amar?

El miedo. Es por miedo profundo y condicionado que yace en lo profundo y que le impide acceder al verdadero amor.
Desde pequeños experimentamos distintas frustraciones afectivas que generan corazas o defensas que evitan de ahí en más hacer contacto y el libre fluir de esas energías en nuestras relaciones. Tenemos diversos miedos: a no ser queridos, a ser rechazados, a ser abandonados, a ser incomprendidos. El miedo a no-ser en diferentes expresiones. Y para no volver a tener esos miedos es que evitamos el Sentir profundo y auténtico. Porque de ser así, volveríamos a recordar esas frustraciones, y eso no podemos soportarlo. Es por eso que tantas personas fallan en encontrar el amor, tantas experiencias dolorosas. En realidad es el propio niño-a herido el que necesita recibir amor y confirmación pero no por otro u otra que vengan de afuera, sino por uno mismo. Primero es necesario reconocer esos miedos y/o experiencias traumáticas, hacerlos concientes y aceptar ese dolor, para en una segunda instancia comenzar el proceso de reconciliación y perdón.
Solo cuando el hombre aprende a amarse a sí mismo, puede amar y ser amado realmente. Ya no va a buscar afuera la fuente de aprobación y seguridad, sino que derrochará el amor que brota en su interior, no volviendo a caer en las trampas de la dependencia.
En definitiva, y volviendo a lo que decíamos al principio, se trata de sanar el trauma por esa primera separación, ese primer trauma de nacimiento, que no es otro que la desconexion de Dios, de aquél estado de absoluta perfección y Union con el Todo…volver a descubrir “el Reino de los Cielos” en el corazón.


Amor vs. Apego

El apego es un falso amor, o una noción errada del amor. El apego sobreviene de sentirse separado de Dios. Esa falta, esa carencia desencadena un círculo vicioso, que es el de buscar esa seguridad, contención y autovalía, confirmación del ser en el exterior. El apego puede ser a personas, a bienes, dinero,  trabajos, sustancias, etc. y viene a llenar un profundo vacío interior. Pero se trata de un vacío muy grande, que no puede llenarse de este modo, salvo tomando conciencia de cuál es la realidad del dolor, cual es el origen del mismo.
El hombre en general vive entrampado en estos espejismos….busca afuera lo que en realidad debería buscar adentro suyo. Y así va por la (o las ) vidas llevándose toda serie de frustraciones y decepciones esperando una y otra vez que los objetos de sus apegos finalmente le reporten esa felicidad y plenitud que vive depositando en ellos. Pero lo mínimo que puede obtener son placeres, alegrías o satisfacciones momentáneas y circunstanciales. Y justamente por ese carácter efímero y transitorio es que está inexorablemente “orientado” a experimentar una y otra vez el desengaño cuando eso que creía que lo colmaba, vuelve a desaparecer.
También hay un tipo interesante de apego…que es aún más difícil de superar por el ser hmano. Y es el apego al dolor, a las distintas situaciones de carencia, de enfermedad que hacen que se justifique y se autoredima en una posición de desvalimiento permanente. De ese modo puede encontrar alguna gratificación secundaria a través de su pesar por el efecto que genera en los otros (lástima, afecto, atención, cuidados). Y esto es algo peligroso y el que puede aún serle difícil salir en toda una o varias vidas. Aquí el corazón se cierra, se vuelve nihilista y cínico…el hombre pierde toda fe y esperanza en sí mismo y en los otros, y solo encuentra afuera justificación para su dolor, para su resentimiento interior.

Todas estas situaciones, requieren de un profundo proceso de sanación y de ver y comprender todas aquellas maneras en las cuales nos fuimos alejando más y más, a través de situaciones muchas veces dolorosas hasta que a veces  el ser humano tiene que experimentar una gran crisis existencial, una pérdida profunda, una depresión, etc. para volver a recuperar su verdad, la verdad del ser.
Solo la recuperacion de la conexión divina amorosa en nuestro interior es lo que nos permite sanar completamente. Solo la presencia de Dios en nuestro corazón nos  permite sentirnos íntegros y descansar en paz. Y desde allí podemos a reconocer a Dios en cada uno de los demás seres…y desde allí es que nos damos cuenta que toda era una ilusión, ya nos estamos más separados, ya no necesitamos fantasías o apegos, sino que vivimos a Dios desde dentro y en cada uno de nosotros permanentemente.


Reflexiones sobre el Amor

Qué es el Amor?

El amor es la fuerza que une todo. El amor es la esencia misma de Dios, la esencia misma del Ser. Dios en su amor quiso experimentarse a sí mismo, y de ahí surgió la Creación y todo lo que existe, las distintas dimensiones, planetas y seres en general, de ahí surge la evolución, evolución hacia que?...hacia distintos niveles de densificación y luego de sutilización, para luego de haberlo experimentado todo volver a la fuente, a la luz divina.
Cada ser es amor, porque es una chispa divina, es una pequeña parte de ese gran Ser…todos somos parte de Dios. Dios no está afuera, como hicieron creer por siglos las religiones…Dios está dentro, reside en el interior de cada alma.
El amor es unidad. En el ser humano el chakra cardíaco es el que gobierna el amor y las leyes del dar y recibir. Es el que unifica las energías de abajo, de los tres primeros chakras y las energías que vienen de arriba (comunicación, intuición, mente superior y espiritualidad). Es el centro de unificación y por tanto, de sanación por excelencia.
El ser humano se enferma por falta de amor, que no es otra cosa que  la desconexión  de su naturaleza divina que lo lleva a tener multiples experiencias emocionales, a veces traumáticas, donde experimenta miedo, culpa, dolores, desolación, pobreza, etc. En realidad, todo procede de lo mismo, de haberse olvidado de esa naturaleza divina, de haberse alienado de su verdadera naturaleza.
El amor es primero hacia sí mismo, la aceptación plena y conciente de todas las dimensiones y facetas de su personalidad y de su ser, esto supone primero un trabajo de integración a través del autoconocimiento y la sanación. De esta manera es que la persona puede recién abrirse a amar auténticamente al otro. Ya que el otro es espejo de sí mismo. Amar al projimo como a sí mismo, tiene ese sentido. El acento está primero en el sano e íntegro amor propio. Si no me amo a mí mismo, no puedo amar sinceramente a nadie. Primero es mi propia vida y mi propio ser el que tengo que valorar y amar. Y para eso muchas veces tengo que sortear toda una suerte de condicionamientos y espejismos que me apartaron de mi ser, alejandome de mi real verdad.